Opinión
Artículo de opinión de Carmen Casero, viceportavoz del Grupo Parlamentario Popular y portavoz de Sanidad del PP en las Cortes regionales


18, Octubre,'10.- Reflexión y análisis vuelven para hacer balance de lo acontecido desde la última celebración, así como para saber en qué punto se encuentra todo lo que gira en torno a una de las enfermedades que más trauma causa en las mujeres. El 19 de octubre, es el Día Nacional Contra el Cáncer de Mama.

 
 
 
 
 
Cuando era pequeña escuché muchas veces hablar de esta enfermedad en mi casa. Entonces, no se hablaba tan abiertamente del cáncer y, por tanto, aquellos comentarios se tornaban tabú, lo que hacía que las mujeres de mi generación viéramos en aquello que oíamos un auténtico monstruo que era capaz de llevarse por delante a muchas mujeres. Demasiadas mujeres.

Nunca se olvida que algunas de ellas eran madres de compañeras del colegio o de compañeros de tus hermanos y, esto, le hacía revestirse de una crueldad mucho mayor, puesto que esas sensaciones marcan para siempre tu vida y no se olvidan, sólo se aprende a convivir con ellas.

El paso del tiempo y, por supuesto, la edad hace que te encuentres en ese grupo de edad de mujeres que son objeto de especial atención por parte de los profesionales y de las campañas preventivas e informativas. De repente, formas parte de aquellas conversaciones en las que no te dejaban participar cuando eras niña.

Es este uno de los cambios sociales más importantes que, a mi juicio, se ha producido en los últimos años. El hecho de poder hablar del cáncer de mama de una manera más abierta, con menos tabúes y con más claridad, ha permitido que la información, el intercambio de experiencias y, en definitiva, el hablar con otras mujeres que están pasando por lo que tú, marque una diferencia sustancial entre el antes y el después.

Sin embargo, existen muchas mujeres que no acuden a las revisiones y a los programas de cribado del cáncer de mama. Cerca de un 17% de las mujeres en la horquilla de edad para hacerlo, no lo hace y, ello, en muchas ocasiones, por consideraciones que son más de carácter personal que de otro tipo.

A ninguna mujer, yo no conozco a ninguna, nos gusta exhibir nuestros pechos ni nuestro cuerpo ante ningún profesional. A ninguna nos gusta que nos hagan una mamografía, entre otras cosas, porque no se ha inventado nada nuevo que sustituya el aplastamiento al que es sometido el pecho en esas pruebas que son determinantes para saber si todo va bien. Aunque ya nos encargamos nosotras de quitarle hierro al tema y de poner en positivo lo demás, así, si la mamografía es dolorosa, siempre diremos que nos atendieron muy bien… En fin, es uno de los peajes que tiene el ser mujer.

Mucho se ha avanzado en la investigación del cáncer de mama y lo importante es que esas mamografías tan incómodas y los avances que se han producido permiten tasas de curación de más del 90% y esto sí que es una gran noticia para todas. El que sepamos que de ésta se sale, que de ésta muchas mujeres que se quedaron en el camino cuando yo era pequeña, hoy hubieran sobrevivido y, por ello, es vital que se dediquen más esfuerzos y recursos a su investigación.

Porque todavía 1 de cada 8 mujeres desarrollarán un cáncer en el pecho es motivo más que suficiente para exigir a las Administraciones sanitarias que hagan un esfuerzo aún mayor y que se estudien las edades a las que se recomiendan las revisiones porque, desgraciadamente, el cáncer de mama también afecta a mujeres jóvenes.

Y sí, hay que agradecer a los investigadores, cirujanos, ginecólogos, psicólogos, asociaciones contra el cáncer, etc… A todos los que han dedicado su tiempo y su vida a la lucha contra el cáncer de mama. Asimismo, hay que hacerlo a quienes han comprendido que lo importante es la vida. Sí.

Pero en las entrañas de una mujer, en lo más íntimo de nuestro ser, en nuestra forma de ser mujeres va ligada nuestra feminidad, nuestra coquetería…. Todos decimos “lo del pelo es lo de menos”, pero no podemos obviar que es duro, durísimo ver cómo desaparece tu pelo, tus pestañas. Y más cosas. Y cuando nos dicen que no importa, te tienes que morder la lengua para no decir “mira, que te den”.
Por ello, también hay que agradecer a los profesionales que se esfuerzan para que nos sigamos sintiendo mujeres, cambiadas, pero mujeres. A ellos, también gracias.

Se sobrevive a un cáncer de mama, se vive después de superar un cáncer de mama, se disfruta la vida y se saborea como si de un vino de una cosecha única se tratara y, sobre todo, es una nueva prueba que hay que superar, porque la vida lo merece. Hay que estar con todas. Sólo podemos acompañarlas y estar. Yo lo hago por ellas, por mis hijas, por todas las que son, por Mari Sol, Luisa, Valle, Mari Carmen, Carmen, Cati….y porque en el futuro no tengamos que escribir sobre esto.





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